Según la leyenda, la Sirenuca era una joven muy guapa de Cantabria. Un día, desobedeciendo a su madre, fue a los acantilados más peligrosos de Castro Urdiales para cantar junto al sonido de las olas golpeando contra las rocas.
Su madre, cansada de que la desobedeciera, la maldijo diciendo: “¡Así permita el dios del cielo que te vuelvas pez!”
De repente, la muchacha se convirtió en una bella mujer con cola de pez.
La leyenda dice que esta joven deja oír su canción a los marineros para avisarles de que se acercan a los acantilados y así evitar el choque.
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